Mientras leo el título de la entrada veo que parece prometer
un texto que hable de lo lindo que es que te acunen, que te alimenten y estén
pendientes de ti en todos los niveles de la existencia, sin embargo, pido
disculpas al lector para poder referirme a otro plano de “inmadurez”.
Recuerdo muy claramente, como algo grabado a fuego en mi
alma, cuando – hace más de 20 años- mientras caminaba con mi padre por unas calles
del viejo centro de la ciudad, él me contaba de la famosa frase del filósofo “Sólo
sé que nada sé”- “Cachai Javi, ese hombre era uno de los más inteligentes de su
tiempo, pero él sabía que siempre había mucho más por aprender, por eso decía que no sabía nada” …Recuerdo la sensación de mis ojos abrirse, pero sólo
la sensación física porque por más que se
abrieran no estaba viendo nada de lo que había a mi alrededor, estaba -creo que
por primera vez en mi corta vida- Comprendiendo Claro.
Una sensación de elevación inundó mis aproximados 7 años en
medio de una calle llena de vicios y demonios, en medio de un contexto tan
cotidiano como ir a comprar el pan de la mano con mi padre, pero por un segundo
sentí estar arriba, arriba de ese antiguo barrio donde nací, arriba de nosotros
dos, arriba de mis conflictos identitarios de la época, en algún lugar muy alto
desde donde, por una fracción de segundo, parecía comprenderlo Todo.
Siempre me acuerdo mucho de ese segundo, podría describir la
ropa que llevábamos ambos, la hora, el color del cielo, lo que estaban gritando
los vendedores ambulantes a nuestro alrededor, etc. Creo que siempre lo
recuerdo porque cada día me hace más sentido la humildad del sabio.
Creo frecuentemente referirme a mi persona -a veces con la molestia
de los exigentes de empoderamiento- como un bebé, un ser que está aprendiendo
recién tal o cual cosa. Y es que siento que de un tiempo a esta parte siempre
estoy metida en algo nuevo, parece ser que la vida me pone delante habilidades por
descubrir, siento que de pronto todos los caminos parecieran llevarme al mismo
lugar: a mí, y desde esa perspectiva cada cosa que hago me muestra un rincón de
mi Ser que no conocía, me muestra algo más de lo que soy capaz, un territorio sin
explorar, entonces siempre soy un bebé, descubriéndome, aprendiéndolo todo, no
sabiendo nada.
Y es una sensación tan linda la de estar en blanco y tan
cerca del error, la de estar dando pasos siempre a punto de caer, la de estar
aprendiendo a sostenerte en pie, para una vez dominada la habilidad, aparezca inmediatamente
la necesidad de avanzar. Haber llegado a la madurez de cualquier esfera de conocimiento
te convierte inmediatamente en un bebé de la próxima, porque si algo sabemos
del conocimiento es que éste es infinito, tanto como nosotros lo queramos,
tanto como nosotros nos concibamos a nosotros mismos, porque el conocimiento no
es algo exento de el propio ser, el conocimiento es directamente proporcional a quien
lo adquiere/descubre.
Para nosotros los bebés el error no existe, todo es
aprendizaje entre livianas risas, nada es muy serio, porque siempre puede haber
algo aún más serio. Para nosotros los bebés equivocarnos es encogernos de
hombros y aprender la lección sin enfrascarnos en la falta, y es eso lo lindo
de ser bebés: podemos dejar de ser cuantas veces queramos, podemos destruir lo
que hemos sido hasta hoy para renacer en algo nuevo, un nuevo bebé. Es cosa de
mirar cómo crece una guagua, cómo día a día su cara parece haber cambiado totalmente
su forma, y es que están en un crecimiento a la velocidad de la luz, nunca son
los mismos y siempre hay espacio para dejar de ser sin peso alguno.
Ese falso concepto cristalizado de la madurez nos priva de
lo divertido de crecer, de lo nutritivo del error, por eso la invitación que recibo hoy es
a no esperar ser viejos para convertirnos en niños de nuevo, podemos hacerlo ya,
atrevernos a andar por esos rincones desconocidos de nuestra psique, hacer eso nuevo que nunca nos atrevimos a hacer – porque siempre hay algo,
SIEMPRE- atrevámonos a dar esos eternos primeros e inestables pasos con
confianza, con la plena confianza de que lo peor que puede pasar, ES QUE APRENDAMOS. :)
Gracias por leer
Excelente reflexión hermana mía
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